PRÓLOGO
Roberto Revoredo, en su inquietante búsqueda por historias que tienden a evocar tiempos perdidos, ha plasmado en esta nueva obra toda una refrescante documentación que nos permite añorar el pasado de un pedazo, quizá el más significativo, del territorio de San Juan de Lurigancho. El denominado Pueblito, es sin duda el ombligo del distrito más poblado del Perú y de este continente. San Juan de Lurigancho es la misma expresión de la diversidad cultural y étnica que contiene la nación, nación que aun no termina por definirse o como dijera José Carlos Mariategui”El Perú es todavía una nación en formación”.

Los relatos presentes son el fruto de largas conversaciones con los “natos” de este suelo, horas enteras de búsqueda en los más viejos archivos y lecturas interminable. Es una obra completa, a pesar que del Pueblito nunca se terminará de escribir, ya que sus raíces están llenas de sudor, de lagrimas, deseos, alegrías y frustraciones de los últimos herederos del reino de los ruricancho, de los esclavos negros, de los asiáticos y migrantes que a través del tiempo dejaron sus huesos sepultados a un costado de la Plaza. Por aquí se dice pasearon virreyes, condes y los más nobles señores de una Lima colonial, su gente todavía evoca a su santo patrono San Juan, aun pasea en procesión las viejas cruces y recuerda con nostalgia esos años de los caminos polvorosos, de los algodonales, de los canales de riego, aquel pueblito que Enrique Solari describiera con tanta pasión. En resumen, el gran valor de esta obra se medirá con el paso de los años cuando quienes aportaron en la construcción de esta memoria colectiva no se encuentren para seguir contando el rostro antiguo de nuestro distrito.

Inquietante en el autor, el clamor por conservar la esencia paisajística de El Pueblito, que la modernidad no se convierta en la destrucción del cuerpo, ni del corazón que forma la identidad de quienes viven y aman su distrito, todos debemos sentir ese compromiso de proteger y preservar para nuestras generaciones dicha esencia, no es lo antiguo, ni lo artístico, ni que provecho podemos obtener de ellos, sino cuanto nos identificamos porque es la raíz sobre la cual se plana nuestro desarrollo.

Ahora le toca a los historiadores y arqueólogos seguir el ejemplo de Rebordeo, en darle a la juventud, a los niños, a los dirigentes de este populoso distrito; su pasado, poco a poco sabremos quienes hemos sido, preguntarnos ahora ¿qué somos?, ¿qué queremos ser? Y ¿qué debemos hacer para lograrlo?

Lic. Julio Abanto Llaque
Arqueólogo
Instituto Cultural Ruricancho