Tim Berners-Lee: Es hora de un NUEVO internet


En el marco del foro Reuters Next. Repensar, Reconstruir, Recuperar una Nueva Visión para un Mejor Mañana, celebrado del 11 al 14 de enero, sir Tim Berners-Lee anticipó la forma como podría contribuir a remediar a la web.

Con base en el aprendizaje adquirido durante el desarrollo de un proyecto de software abierto, que Berners-Lee designó como Solid, el creador de la World Wide Web (www) concibió Inrupt, su nuevo proyecto empresarial, el cual responde al propósito de comenzar a articular una nueva web posible, una web renovada.

Berners-Lee, quien además construyó el primer navegador y el primer servidor web en internet-, propone dejar atrás la web adolescente para transitar a la edad de una web madura, renovada, la cual, además admite ser ubicada en el imaginario de una nueva economía colaborativa posible.

Inrupt, al igual que la web original, la concebida por Berners Lee a finales de la década de 1980, es un conjunto de protocolos que permiten a las máquinas comunicarse entre sí. El ambiente es abierto, por lo que los desarrolladores de software podrán escribir programas para esta plataforma.

En Inrupt las personas puedan tener sus datos personales almacenados en “cápsulas” completamente seguras, mismas que podrán utilizar en tiendas en línea controladas por los propios usuarios.

El “pod” de datos personales perrmitirá que el usuario tenga total control de sus datos, y el usario podrá determinar a quién da acceso a su información y a quién no.

En la economía de internet, los datos admiten ser considerados como el nuevo petroleo. Para las principales plataformas y redes sociales, el producto que ofrecen al mercado somos nosotros, nuestros datos.

Las grandes ganancias que obtienen las grandes firmas big tech, se desprenden del uso que dan a toda la información que han acumulado de nosotros.

La inicitiva de Berners-Lee, definitivamente impondría profundos cambios en la economía política de internet, afectando los intereses de las grandes firmas big tech. 

Google y Facebook, firmas big tech a las que Berners Lee designa como «silos», tienen el objetivo de acumular más datos y poder. La propuesta de Berners-Lee efectivamente afecta el fundamento mismo de sus negocios.

Es lógico suponer los nombres de las empresas que seguramente intentarán obstaculizar a sir Berners-Lee en su nuevo proyecto.

En 2019, al advertir la lamentable descomposición de internet, Berrners-Lee dientificó tres fuentes disfuncionales:

1.- Intentos maliciosos y deliberados, como piratería y ataques patrocinados por el Estado, comportamiento criminal y acoso en línea;

2.- El diseño del sistema crea incentivos perversos donde se sacrifica el valor del usuario, como los modelos de ingresos basados en anuncios que recompensan comercialmente a clickbait y la propagación viral de la información errónea;

3.- Consecuencias negativas involuntarias del diseño benevolente, como el tono y la calidad del discurso en línea indignado y polarizado.

Para amortiguar los efectos de la primera fuente de disfuncionalidad, la cual, ni fue originada en la web ni podrá ser solucionada exclusivamente en la web, Berners-Lee recomendó crear leyes y códigos para sancionar esos comportamientos. 

La segunda fuente implicaría el rediseño de los sistemas -y los algoritmos-, de manera que cambien los incentivos que estimulan a los usuarios a ceder a las plataformas el uso de sus datos personales.

La tercera fuente demanda mucha investigación para comprender los sistemas existentes y modelar nuevos o modificar los actuales.

Los gobiernos -afirmó Berners-Lee- “deben traducir las leyes y regulaciones para la era digital. Deben garantizar que los mercados sigan siendo competitivos, innovadores y abiertos”.

Las empresas “deben hacer más para garantizar que su búsqueda de beneficios a corto plazo no sea a costa de los derechos humanos, la democracia, los hechos científicos o la seguridad pública. Las plataformas y los productos deben diseñarse teniendo en cuenta la privacidad, la diversidad y la seguridad”.

Y lo más importante de todo, tener presente que los ciudadanos deben responsabilizar a las empresas y los gobiernos por los compromisos que asuman, y exigir que ambos respeten la web como una comunidad global con los ciudadanos en su corazón.

La exitosa docuficción El dilema de las redes sociales, dirigida por Jeff Orlowski, escrita por Orlowski, Davis Coombe, y Vickie Curtis (Netflix, 2020), recuperó algunas de las preocupaciones que ha venido expresando Berners-Lee, el introductor de la plataforma que hizo posible el boom de internet.

La referida docuficción presentó los testimonios de reconocidos expertos, quienes explicaron la forma como las redes sociodigitales se fueron convirtiendo en una seria amenaza para las democracias.

En no pocas ocasiones, Berners-Lee ha señalado la responsabilidad de Facebook en la proliferación de noticias falsas, así como en la alarmante polarización que es posible advertir en algunas sociedades.

El momento para introducir Inrupt parece propicio.

En las semanas recientes, millones de usuarios de WhatsApp decidieron abandonar esa aplicación de mensajería instantánea, propiedad de Mark Zuckerberg, en respuesta a los cambios que la referida plataforma pretendía realizar en sus políticas.

Sorprendido por el inesperado exodo, Zuckerberg se vio en la necesidad de posponer la implementación de las nuevas políticas.

En Estados Unidos, tanto políticos demócratas como republicanos han dejado a un lado diferencias en materia de tecnopolìtica, y coinciden en la necesidad de contener y limitar a las grandes firmas big tech, que en no pocas ocasiones han incurrido en reprobables prácticas monopólicas para eliminar y asimilar a potenciales competidores.

Google y Facebook enfrentan demandas interpuestas por el la administración federal y un amplio número de estados.

En Europa, algunos organismos han impulsado reglas más estrictas para asegurar la protección de los datos personales de los ciudadanos.

En Australia, el gobierno pretende obligar a las grandes firmas big tech a remunerar a los medios de comunicación por el uso de sus contenidos.

Las grandes firmas big tech se han convertido en un preocupante asunto de gobernabilidad en algunas naciones.

Las personas -concluye Berbers Lee- están hartas de la falta de control de los “silos”.