Patricia Zárate: «La palabra del mes debería ser impunidad»
A pesar de la alta desaprobación con la que cuentan el Congreso (91%) y la presidenta Dina Boluarte (85%), según las últimas encuestas del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), las manifestaciones en el país se han disipado y los parlamentarios han descartado el adelanto de elecciones. Acerca del desencanto en la democracia, en la política y en sus autoridades, OjoPúblico conversó con Patricia Zárate, investigadora principal del IEP, quien advierte: «Estamos en un problema serio«.
FRAGILIDAD. La investigadora del IEP señala que el gobierno de Dina Boluarte no tiene un poder sólido ni propio.
Las crisis en Perú no se han detenido desde el fallido golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo, a inicios de diciembre de 2022: meses de protestas contra el Gobierno, el Congreso y en demanda del adelanto de elecciones. Más de medio centenar de fallecidos en las manifestaciones que aún no consiguen justicia.
También precipitaciones y huaicos, en el norte y en la capital, que han ocasionado más muertes y dejaron a decenas de personas sin hogar, además de develar la ineficiencia de las autoridades para afrontar estas situaciones de emergencia. Esta semana, por último, se dieron a conocer acusaciones sobre supuestos aportes ilegales a la campaña de Dina Boluarte.
Patricia Zárate, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y jefa del área de Estudios de Opinión del mismo, opina que muchas de estas crisis son un reflejo de lo que se viene cultivando por años en el Perú: el desencanto por la democracia y la política, la desconfianza en las autoridades y con ello la desconfianza interpersonal.
“Somos uno de los países con más baja confianza interpersonal y como no nos interesa mucho la política, la cohesión y la propuesta política la vamos a tener muy alejada de nosotros”, apunta la especialista en estudios de democracia y descentralización.
En cuatro meses de gobierno de Dina Boluarte, hay 49 civiles fallecidos por la represión policial y militar a las protestas, no hay ningún sancionado y, esta semana, surgieron nuevas denuncias contra el Ejecutivo, que además tiene una altísima desaprobación. ¿Qué sostiene, según usted, a la presidencia?
Como he señalado en varias entrevistas, la presidencia de Dina Boluarte no es que no sea constitucional. Era lo que correspondía luego de que el expresidente [Pedro] Castillo cometiera un golpe de Estado. Frustrado, fallido, malhecho, pero fue un golpe de Estado. Así que le correspondía a la vicepresidenta asumir.
Sin embargo, todo el tiempo previo, el tiempo que duró el gobierno de Castillo estábamos en una permanente crisis política y, ante ello, se pedían nuevas elecciones. Eso caló mucho en la ciudadanía: todos querían nuevas elecciones, de todos. No solo del presidente, sino también del Congreso.
Nosotros [en el IEP], desde febrero del año pasado, hacíamos una pregunta sobre cuál era la salida para el país, y la mayoría decía elecciones generales. En segundo lugar, como un 30%, [quería] que se quede el presidente Castillo.
Y, en mucha menor medida, [las alternativas de] que asuma Dina Boluarte, como que se quede el Congreso llegaban, como máximo, al 4% en cada caso. Entonces, ese escenario, que es respaldado por entre un 4% a un 8%, es lo que tenemos ahora.
AUTORITARISMO. Para Patricia Zárate, la represión ha sido la respuesta de la presidenta frente al rechazo de la ciudadanía. Foto: Presidencia Perú
Desde el inicio había un escenario adverso para Dina Boluarte…
Desde el comienzo [de su gobierno], Dina Boluarte comienza con una baja legitimidad en el sentido no legal, ni constitucional, sino en el sentido de la ciudadanía. Ella, más el Congreso, era justo lo que no quería la ciudadanía. Por eso, la mayoría pedía elecciones. Había también muchas protestas, sobre todo al inicio.
Pero hablando del desempeño de Dina Boluarte, al no tener el apoyo ciudadano, no contar con una bancada propia ―porque ella fue expulsada de Perú Libre― y, al no tener otros apoyos, su gobierno se sostiene en los congresistas que no querían a Pedro Castillo. Básicamente, en la derecha, en el Congreso. Y en las fuerzas del orden.
Sin embargo, ella ha abusado del poder que tiene ahora, que es un poder muy débil, que no se sostiene en algo muy sólido o que le sea propio. Entonces, en ese abuso de poder, la represión ha sido lo que ha marcado su respuesta a la ciudadanía que no la quería.
En lugar de responder con un adelanto de elecciones ―que, personalmente, me parece que ella pensó hacerlo―, su primer ministro y algunos otros grupos la convencieron de que esa no era la salida.
Sin duda, es una salida incierta, porque nadie confía en nadie. No sabríamos a quién elegir, no tenemos idea, no hay un líder o una líder en la que confiemos. Creo que su problema de baja legitimidad, en el sentido de bajo apoyo ciudadano, se ha visto ante esa debilidad de fondo, y ha tenido una salida muy autoritaria, basada en la represión y en la impunidad. Creo que la palabra del mes debería ser impunidad.
DINA BOLUARTE HA ABUSADO DE SU PODER, QUE ES DÉBIL Y NO SE SOSTIENE EN ALGO SÓLIDO O PROPIO».
A pesar de la alta desaprobación del Ejecutivo y el Congreso, el adelanto de elecciones ya parece haber desaparecido de la agenda política. ¿Considera que las nuevas denuncias de financiamiento ilegal contra la presidenta Boluarte pueden convertirse en un escenario en el que podrían reavivarse las protestas ciudadanas?
No lo creo. A mí me sorprendió, en febrero, que hubiese más optimismo [según las encuestas del IEP] en la reanudación de las protestas. Y la mayoría piensa, un 40%, que las protestas van a aumentar. Pero yo lo veo con cierto escepticismo, ojalá la realidad me contradiga, porque sí me parece importante que haya una salida a esta situación en la que estamos.
Pero, en buena medida, creo que hay un cansancio. Ha habido también un abuso de parte de quienes han protestado, han coactado con represión y castigos físicos a la gente que no se quería involucrar en las manifestaciones, y han afectado la economía de las zonas en las que estaban. Tampoco han sido protestas totalmente libres. Y creo que hacerlas en un largo periodo no es sostenible.
Lamentablemente, toda la zona sur, la zona rural que se ha querido manifestar está lejos de Lima. Ahora, la protesta está muy localizada y no sé si va a tener un impacto tan fuerte como para provocar un cambio. Aunque la mayoría quisiera nuevas elecciones ahorita, ya se habrán dado cuenta de que es imposible.
¿Quiénes son los que están a favor de Dina Boluarte?
La mayoría que apoya a Boluarte, apoya el Congreso. Eso no era lo mismo con Castillo. Un 63% de los que aprueban a Dina también aprueban al Congreso. Hay un núcleo que apoya a los dos, es chiquito en números.
La aprobación de Dina Boluarte está en 15% y la del Congreso en menos de 10%, pero entre los que los aprueban está ese núcleo duro más represor. Si se puede decir, de derecha, una derecha muy conservadora, con muchas manifestaciones poco inteligentes o muy poco actualizadas.
Por ejemplo, las cosas que dice Rafael López Aliaga, lo que dicen los congresistas, uno se sorprende de personas que pueden ser tan ignorantes a la hora de hablar sobre política o de derecho o de Estado. Sin embargo, están allí y tienen la fuerza, porque tienen a las fuerzas del orden que los sostienen. Es una coalición que quizá no veíamos hace muchos años.
Creo que esa sensación de que hay un gobierno más autoritario ―porque este sí es un gobierno autoritario―, apoyado en las fuerzas del orden, en grupos de derecha, es como un estilo de gobierno que hemos leído en los libros de historia, pero que ya no veíamos en el presente. Siempre teníamos la voluntad de dialogar. Es cierto que en las protestas que se han sucedido en el país han habido muchos muertos, pero esta vez es impresionante.
EN EL PAÍS, EN ANTERIORES PROTESTAS, HA HABIDO MUCHOS MUERTOS, PERO ESTA VEZ ES IMPRESIONANTE».
Desde el Baguazo, tal vez, no ha habido un conflicto social que provocara tantas muertes.
Exacto. Pero, por lo menos, se investigaba y, por lo menos, se trataba de identificar a los culpables, pero ahora ni eso. Pero qué más pasa ahora, y qué pasó también con el Baguazo: que entran los grandes medios para no hacer tanto conflicto, aunque ahora veo que hay una apertura a las denuncias en contra de Dina Boluarte.
¿Y con el Congreso cómo ve que se comportan los medios?
El Congreso ha tenido la suerte de que los medios no se dedicaran a él mientras estaba Castillo, y sus miembros han hecho muchas cosas: han usado recursos del Estado de manera desmedida, sin razón y sin sustento, y ahora salen más noticias de esos manejos.
Que este Congreso se fuera era lo que quería la ciudadanía: no pasó. Sin embargo, este poder ha pensado que eso lo fortalecía y, al igual que el Gobierno, comete actos con total impunidad, usando los recursos de todos los peruanos en beneficio propio.
Lamentablemente, lo único que le queda a la ciudadanía es contestar en las encuestas que lo desaprueba. La gente se siente impotente. Por un lado, está la impunidad de los de arriba y la impotencia de los de abajo.
DUELO. La investigadora del IEP considera que la impunidad por las muertes del actual Gobierno no se compara con lo visto en otras gestiones. Crédito: OjoPúblico / Luis Javier Maguiña
La encuesta de marzo del IEP indica que el desempeño del Congreso tiene 91% de desaprobación. Dina Boluarte, por su parte, se ha mantenido en 85% de desaprobación entre febrero y marzo. ¿Cuál considera que es el impacto de estos indicadores en las instituciones democráticas?
Yo creo que el problema con respecto a la democracia y el apego democrático se ha ido deteriorando a lo largo del tiempo. No sé si esto impactó, o si es un reflejo del tema del apoyo democrático.
Si bien todas las protestas están reconocidas y todos tenemos derecho a la protesta, no necesariamente quienes protestan son más democráticos, no por ser antifujimoristas eres más democrático o porque protestas eres más democrático. Lo que a mí me ha demostrado la experiencia es que justamente no lo son.
¿Todos los que protestan?
En general. ¿Los que protestan qué avalaban? Un golpe de Estado. ¿Qué querían? Un golpe de Estado. También estaban los negacionistas. Así como ha habido negacionistas de los resultados electorales, hay los negacionistas del golpe. Los primeros son de derecha, los segundos de izquierda.
Ninguno de estos grupos tiene una clara convicción democrática. Y, si tú pides la libertad de un presidente que dio un golpe de Estado, tampoco estás muy convencido de la democracia.
Creo que el tema democrático es muy grave, muy profundo, hay una crisis muy fuerte, pero no creo que impacte tanto la desaprobación de estos poderes en el tema democrático. Es un problema que ya teníamos.
Se venía cultivando hace años.
Hace mucho tiempo, lo hemos visto en el Barómetro de las Américas. Cada vez iba disminuyendo el apego a la democracia por sí misma. Y, obviamente, la gente está muy insatisfecha con cómo funciona la democracia en el Perú. Menos de 20% está satisfecha.
Eso son indicadores que tenemos de antes. Y quizá esto es un reflejo más bien del desencanto cada vez mayor con la clase política. El desencanto con la presidencia, con el Congreso y con la política en general.
En una encuesta [del IEP] que hicimos en enero, que era sobre en quién pensaba que podría ser un buen presidente… la mayoría no identificaban a nadie. Muy poca gente identificaba a alguien con un nombre propio. Entonces, creo que es más el reflejo de esto.
Hace un momento dijo que el Congreso actúa en beneficio propio con los recursos de todos. Varios constitucionalistas han cuestionado la concentración de poder del Congreso y han señalado que se ha roto el equilibrio de poder, ¿cuál es su opinión?
Sí, porque además quien nos debería defender de los excesos que podrían cometer algunos congresistas debía ser el Tribunal Constitucional y no está jugando ese papel. Ahora no hay cómo ejercer control, porque entre el Ejecutivo y el Congreso deberían controlarse, pero no lo están haciendo.
La Fiscalía también podría hacerlo. Sin embargo, me temo que estamos en un momento muy complicado para la institucionalidad democrática. No tanto por la aprobación o desaprobación, que se mantienen más o menos en el mismo nivel, me refiero a todo el andamiaje democrático que tenemos y que debería mantenerse más allá de los gobiernos. Eso es lo que está muy en riesgo ahora.
En las últimas semanas, se han dado una serie de acciones que parecen orientadas por agendas políticas, como es el cierre del Lugar de la Memoria, en Miraflores. Esto, además, ha coincidido con el II Encuentro Regional del Foro de Madrid. ¿Cuál es su percepción sobre las alianzas entre grupos ultraconservadores y su avance en el país?
En general, estos grupos conservadores están en todo el país. No se nota tanto, pero cuando había temas de las vacunas ―y no me refiero solo a las del covid, sino a las vacunas en general para los niños y niñas― estos pequeños grupos están presentes en zonas rurales y en ciudades, y se oponían por temas conservadores, por las iglesias a las que pertenecen. Eso es permanente. Está ahí, junto a la política.
Sin embargo, estos hechos últimos que mencionas suceden por tener un gobierno tan represor. Y también por tener una baja confianza en las fuerzas del orden. Antes, las fuerzas armadas tenían mucha más aprobación de la que tienen actualmente. Y, por otro lado, el escenario actual ha hecho que estos grupos conservadores se envalentonen y están pensando que pueden hacer lo que quieran porque no hay quien los enfrente.
Y, por el lado de quienes son progresistas, se han centrado en Lima, en el simbolismo, no en las preocupaciones de la mayoría de la gente, y son grupos muy reducidos. Es como la izquierda de antes, que estaba muy alejada del pueblo y de la ciudadanía.
Los progresistas tienen ese problema y son tan tajantes a veces. Su elitismo, su falta de conocimiento de la gente y su excesivo simbolismo me repelen y, en parte, eso ocasiona que los grupos conservadores crezcan. Pero los otros [los conservadores] son peores.
EL ESCENARIO ACTUAL HA HECHO QUE LOS GRUPOS CONSERVADORES SE FORTALEZCAN Y CREAN QUE PUEDEN HACER LO QUE QUIEREN».
Hace unos meses se presentó en el Congreso un proyecto de ley para retirar al Perú del pacto de San José y, así, reponer la pena de muerte. Las encuestas señalan que un sector importante de la población está de acuerdo. Pero, ¿cuánto daño puede hacer al sistema jurídico peruano que sea un partido el que impulsa esta medida?
Es muy recurrente el tema del populismo punitivo. La gente cree que estas grandes penas o medidas pueden hacer que disminuya el crimen, la inseguridad. Es un círculo vicioso. En realidad, si se implementaran todas las medidas punitivas que se quieren, se van a enfrentar con el funcionamiento real del Estado.
Y tenemos un Estado no tan grande en estos temas: no tenemos las policías que requerimos tener y no tenemos los fiscales suficientes. No hay forma de procesar investigaciones pequeñas muchas veces.
Entonces, eso se entrampa y [los acusados] salen libres y no se les encarcela, y la gente cree que las leyes no son duras. Y quieren hacer leyes más duras, que van a dar más carga al aparato de la fiscalía, al aparato judicial, al Ministerio de Justicia porque la defensa pública tiene que actuar.
En fin, se recargaría mucho al Estado, si se implementaran todas las penas punitivas que la ciudadanía desea. Y, al final, es un círculo vicioso, un populismo punitivo que hacen todos. El ejemplo más popular y exitoso es Bukele. Exitoso digo porque la ciudadanía, muchos países, no solo en Perú, quieren que se aplique la política de Bukele, que colisiona con los derechos humanos y con una salida a largo plazo.
Con tantas cosas sucediendo en el país, la impunidad de las muertes en las protestas, el desastre que dejan las lluvias en el norte, y las denuncias políticas en Lima, ¿cuál cree que es la percepción de la gente acerca de lo que es importante en el país?
Primero fue la pandemia y, ahora, la crisis política lo que nos ha desviado frente a lo que tenemos que hacer como país. Tenemos un país que sufre de inseguridad ciudadana: muertos hay un montón, hay homicidios, están concentrados en muchos departamentos donde hay mucha economía ilegal.
Estos crímenes no se investigan tampoco porque, entre comillas, es gente que no importa. Entonces, la ciudadanía también reacciona ante esas cosas. Y, además, tienen problemas de acceso a agua, a una vivienda digna, a electricidad, Internet, salud.
Hay una serie de cosas que hacer y nos estamos desviando de lo central por estas crisis. Hay muchas cosas en las que el Gobierno tendría una mayor participación de no dejarse llevar por la noticia de coyuntura, sino yendo al tema de fondo: cómo se originan algunos problemas y cuáles son los otros problemas centrales que se arrastran.
¿Es este uno de los momentos más endebles de la democracia peruana desde el 2000?
Sí, puede ser que sí. Pero creo que la historia de la marcha de los Cuatro Suyos, el hecho de que estuviera en Lima, nos hace pensar que todo el Perú se volvió democrático de un momento a otro y no es así.
La gente pidió un cambio de presidente con Fujimori, pero no necesariamente compartía valores democráticos. La cosa estaba muy centrada en Lima y en el antifujimorismo. Además, gente que apoyó esa marcha incluso era chavista.
Ahora, lamentablemente, creo que ha disminuido el interés político y la política es lo más importante para poder afianzar una democracia. En aquella época había un mayor interés político, pero ahora no tanto.
Las marchas [de noviembre de 2020] contra Merino fueron porque la gente estaba harta de la pandemia, de la cuarentena. Yo lo dije en su momento, que no iba a pasar nada más. Si los jóvenes y tanta gente había salido era porque apoyaban a Vizcarra y porque estaban hartos de estar encerrados. Era una salida legítima a eso: nadie te iba a decir por qué estabas fuera de tu casa sin mascarilla.
El bajo interés en la política y la baja confianza interpersonal mellan mucho en nuestra cohesión social, que es tan importante para fortalecer, desde abajo, un sistema democrático. Y, si en la esfera política no tenemos ni gente, ni congresistas, ni un Poder Ejecutivo interesados en fortalecer esa cohesión social y las instituciones […] creo que sí estamos en un problema serio.
SIN VOLUNTAD. El Congreso ha descartado todas las iniciativas de adelanto de elecciones. Para Patricia Zárate, a la ciudadanía solo le queda desaprobarlos. Foto: Andina
*
*
Rosa Chávez Yacila / ojo-publico.com
@rosaelisach
rosa@ojo-publico.com
Compartir esto::
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)