» El camino del PEABIRU (parte 1): una pista transcontinental conectando Sudamérica mucho antes de la colonización.
La creación de São Paulo está directamente vinculada a Peabiru. La pequeña población de portugueses que ya habitaba la región de San Vicente sabía por los indios de la existencia del camino que iba a ′′ montañas cubiertas de hielo ′′ dominadas por un ′′Rey Blanco′′ lleno de oro y plata (era Potosi, y el rey era Inca ). Al cuidar de esto, Martín Alfonso de Sousa pensó que era adecuado crear allí una base para futuras explotaciones. Los jesuitas vinieron después, con planes muy diferentes para esas entradas.
Los religiosos soñaban con usar estos senderos como eje de expansión de la catequesis en el interior de Sudamérica y São Paulo era una de estas primeras misiones. El intercambio a lo largo de lo que los sacerdotes llamaban ′′Camino de Santo Tomé′′ era tan intenso que en 1553 Tomás de Souza decidió prohibir su recorrido, bajo fuerte protesta de los jesuitas, por miedo a la influencia de los españoles que hacían avances a lo largo de su extensión. El cierre precoz del camino es el mayor desafío para establecer su ubicación, dependiendo de los pocos informes contemporáneos.
Algunos historiadores creen que en ciertos fragmentos la pista llegaba a ser pavimentada con piedra y documentos de temporada mencionan un camino de ocho palmos de ancho cubierto por cierta hierba rastro mágico que resistía hasta el fuego y mantenía el contorno del camino impidiendo otras plantas más grandes de crecer en su lugar. Otros, como Sergio Buarque de Holanda, ni siquiera piensan que Peabiru fue una sola vía y sí un conjunto de caminos e instrucciones de impulsión por el territorio sudamericano. Independiente de origen y aspecto, el Camino del Peabiru partia de (o terminaba en) Cusco, pasaba por Potosí, Asunción de Paraguay y en la región del Guayrá (interior del Paraná) se dividía en tres ramas que alzaban la costa brasileña. El primero llegaba a Santa Catarina, cerca de Florianópolis, el del medio encontraba el mar en Cananéia y el más al norte bajaba la Sierra del Mar hasta encontrarse con el manglar costero de la actual cubatão.
Poco se sabe sobre estas rutas, ya que la historia oficial de Brasil hasta hoy está muy centrada en los hechos de los colonizadores. Según el mito, los bandeirantes (colonizadores) habrían despejado el interior en el país, hasta entonces salvaje y desconectado. Pero la verdad es que mucho antes de que los europeos llegaran aquí, ya existía una comunicación transcontinental entre las diferentes culturas de América y el principal conducto de esta integración era Peabiru. En las últimas décadas ha habido un esfuerzo colectivo para tratar de entender la perspectiva indígena y volver a escribir la narrativa de la ocupación del territorio estadounidense. Nuestro proyecto se une a este coro.
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El renacimiento de una antigua ruta de integración sudamericana
El proceso de los primeros encuentros de los pueblos amerindios con la intrusión europea dista mucho de ser plenamente conocida. La versión oficial referida a la aventura de Pizarro la sindica como aquella que dio origen al primer encuentro de españoles y andinos. Sin embargo, nuevas evidencias sobre el primer ingreso europeo a los Andes se atribuyen hoy al marino portugués Alexis García. Este, luego de naufragar en 1516 en la costa sur del actual estado de Santa Catarina, Brasil, y de establecer el primer asentamiento europeo en la costa atlántica septentrional en Massiambù, escuchó de los indígenas guaraníes la existencia de un camino que atravesando el continente desde el Atlántico, se internaba a los Andes, llegando al Cusco y finalmente a la costa del Pacifico. Entusiasmado por la perspectiva de llegar a este mítico y riquísimo imperio del Birú, organizó la primera expedición hacia los Andes, siguiendo la Trilha de Peabirú, un camino extenso de mas de 3 mil kilómetros harto conocido por los indígenas de la zona. Luego de atravesar el sur de los actuales territorios de Brasil y el Paraguay (se le considera hoy el “descubridor del Paraguay”), se internó en los Andes bolivianos y posiblemente sur peruanos, hasta un punto no determinado. Detectado por los Incas al saquear un templo, fuga perseguido por las tropas de Huayna Capac, logrando enviar de regreso a Santa Catarina 40 kilos de objetos de oro y plata saqueados del Imperio Inca. Establece un campamento en las riberas del río Ipané en el Paraguay (en la hoy localidad de San Pedro) en donde es luego atacado por los pobladores del lugar y muerto (Rossana Bond 2004).
El gran Camino de Peabirú era desde mucho tiempo atrás, y posiblemente desde cientos de años antes, una ruta de trueque e intercambio, de peregrinación ritual y de flujo de ideas y conceptos, harto transitada y conocida por la población aborigen. Fue también la ruta tomada por los Guaraníes Chiriguanos en sus dos invasiones al imperio Inca (Menas 1917; Millones 1972). El Camino de Peabirú era también nada menos que el trazo de la trocha que seguían los guaranís en sus peregrinaciones milenaristas en busca de La Tierra Sin Mal, y que la etno-historiadora brasilera Maria Isaura Pereira Queiroz (1968) ha documentado ampliamente. Por su parte el historiador Luiz Galdino sostiene que esta vasta red vial convocó también a pueblos andinos en epopeyas épicas: “cuando procuravam o paraíso dos seus antepasados, tinham que olhar para o leste… Eles sabiam que aquí estava a raiz de seus antepasasados” (2004). Sin lugar a dudas esta ruta se remonta a períodos muy anteriores a la expansión Inca.
Por su parte el astrónomo Germano Bruno Afonso ha determinado que la ruta trazada sobre el territorio continental seguía sobre el mapa sudamericano nada menos que el recorrido celeste de la Vía Láctea. Su trazo, al superponerse sobre la troncal del Q’apac Ñan Inca, reconfirma este diseño. Como todo legado de las antiguas culturas americanas, en esta fantástica ruta confluían tradiciones cosmológicas, conocimiento ancestral, comercio y articulación sociocultural.
El Camino de Peabiru fue la mas importante vía transcontinental de América del Sur en tiempos precolombinos, uniendo la costa Atlántica con la del Pacífico, la región contemporánea de Sao Paulo y Santa Catarina, con el, Bolivia y el Perú (Cusco y Puerto Inca). Hoy, novedosos estudios nos muestran la importancia de este camino que en la antigüedad puso en contacto continuo a los pueblos Andinos y a los pueblos de las tierras bajas de la Sudamérica oriental.
Y algunos brasileros y peruanos han recorrido parte del trazo en algunas partes identificable, en otros asumiendo que por allí fue (en el caso peruano por ciclistas como Felipe Anaya y Omar Zarzar).
En proceso de nacer, vislumbro un Proyecto Peabirú, queriendo entusiasmar a un grupo de caminantes, promoviendo una expedición multinacional que involucrara a pobladores rurales y urbanos, a visionarios de diversos sectores, públicos y privados del Brasil, Bolivia, Paraguay y del Perú. Esta recorrería el ancestral Camino de Peabirú en una búsqueda simbólica y práctica de las raíces de la integración sudamericana, promoviendo y activando los intercambios y contactos entre los pueblos de las tierras altas y bajas sudamericanas, fomentando la conservación del patrimonio natural y cultural de la región, y la búsqueda coordinada y consensuada de una patria común enraizada en las ancestrales tradiciones sudamericanas, y con la visión de quién al caminar ve el mañana con entusiasmo y esperanza.
Por Alejandro Camino Diez-Canseco
Antropólogo, Fondo para el patrimonio Global
El Camino de Peabirú, el misterioso corredor bioceánico
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