Para una mujer es difícil hacer ciencia, pero no imposible
» Eveling es coordinadora general del Centro de Investigación, Transferencia de Tecnologías y Desarrollo de Software I+D+i (Citesoft) de la Universidad Nacional San Agustín (UNSA) .
Es ingeniera de sistemas y, en menos de quince días, logró que Arequipa fuera noticia, por crear el primer protector facial en el Perú, cuyo primer lote llegó a manos de enfermeras y médicos de esa región. Con un talentoso equipo de trabajo que lideró, demostró que la ciencia genera cambios y está al servicio del país.
Apenas regresó al Perú en marzo del 2020, luego de hacer una pasantía sobre técnicas didácticas de enseñanza en la Universidad de Stanford, Eveling Gloria Castro Gutiérrez ya sabía que por la pandemia podían aprobar restricciones para la población para enfrentarla, así que se puso manos a la obra al toque.
Como buena investigadora, empezó a buscar por internet qué soluciones estaba dando la academia en Italia y España, donde el covid-19 empezaba a cobrar sus víctimas, utilizando tecnología 3D.
Gracias a Citesoft la UNSA ayudó a los profesionales de salud de Arequipa ante la pandemia.
Eveling es coordinadora general del Centro de Investigación, Transferencia de Tecnologías y Desarrollo de Software I+D+i (Citesoft) de la Universidad Nacional San Agustín (UNSA), y en ese momento pensó que algo debía hacer con las impresoras 3D de la institución.
“Presentía la falta de equipamiento y por eso empecé a indagar sobre qué hacían otros países para resolver la escasez de equipos de protección para los que atendían a los pacientes con covid-19. Encontré a Makers España, una institución que desarrolla objetos a base de impresión 3D, y me informaron que lo más urgente era elaborar una visera facial para médicos y enfermeras”, recuerda.
Se puso en contacto con Perú Makers, pero sus integrantes no podían probar los protectores que la central en Madrid ya había creado porque no podían salir, el aislamiento domiciliario estaba decretado, pero tampoco tenían acceso a personal médico. “Eveling, tienes la facilidad de hacerlo y lograr la aprobación de los especialistas”, le dijeron.
Los hechos ocurrieron muy rápido. A finales de marzo, Arequipa ya había registrado 40 casos de contagios, y Eveling sentía que debía actuar ya. Convocó al equipo de Citesoft para diseñar el protector. Tras 10 agotadoras pruebas de ensayo, pues realizaron cambios al modelo español, obtuvieron el equipo indicado.
Durante la pandemia fabricaron protectores faciales con impresoras 3D –
El 24 de marzo, el cuerpo médico de la UNSA le dio el visto bueno. Un halo de esperanza y orgullo cubrió al mismo tiempo el corazón del grupo de científicos y las autoridades de esa casa de estudios. “En tecnología, todo debe funcionar lo más rápido. El 2 de abril, la universidad donó el primer lote al colegio de enfermeras y médicos de Arequipa”, rememora.
Además, gracias a su proyecto que ganó un concurso de Concytec, pudo crear un videolaringoscopio a bajo costo un dispositivo óptico que permite observar con una pequeña cámara de video el interior de la tráquea y la laringe, para medir la capacidad de respiración y el estado de tejidos y órganos, como las cuerdas vocales, en pacientes que necesitan intubación.
Docencia para la ciencia
Ambas iniciativas no se habrían cristalizado si Eveling -nombre cabalístico de siete letras y terminación en “ing” porque su padre deseaba que fuera ingeniera- no hubiera seguido su intuición de hacer docencia e investigación.
En 1998, como profesora de la primera promoción de Ingeniería de Sistemas en la UNSA tuvo una epifanía: enseñar a sus alumnos con mucha paciencia y claridad, para que, a su vez, los mejores fueran líderes en sus clases, ayudaran a sus compañeros en los aprendizajes, y formaran grupos de trabajo. Así nació Citesoft.
Eveling Castro forma a una nueva generación de científicos que servirán al Perú, gracias a Citesoft.
“Estoy formando una masa crítica de investigadores jóvenes, mujeres y hombres, para que generen conocimientos que sean útiles al Perú. No ha sido sencillo, me enfrenté con la desconfianza de colegas, mis labores, como madre y compañera de mi esposo, no podía dejarlas. Para una mujer es difícil hacer ciencia, pero no imposible”.