#flashMob Cómo comenzó la crisis actual en el Congo {las auto convocatorias}


→ La República Democrática del Congo (RDC) es uno de los países más ricos del mundo y también de los más pobres.
Es uno de los países más ricos en cuanto a materias primas: productos básicos como el cobalto y el coltán, que hacen que los automóviles eléctricos y los teléfonos inteligentes funcionen. La estimación actual de las materias primas de la RDC es de $24 billones, un número alucinante. De ahí la probabilidad de que la RDC sea el país más rico del mundo en cuanto a su riqueza natural.

Sin embargo, la gran mayoría de los ciudadanos de la República Democrática del Congo viven en la pobreza extrema dado que la RDC se posiciona en el puesto 176 de los 189 países en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. De sus 79 millones de residentes, 5 millones son desplazados internos, y un gran número de la población se encuentra al borde de la hambruna y del analfabetismo. El gobierno en Kinshasa lucha por mantenerse a flote con respecto a la deuda, con un déficit fiscal en niveles negativos. Cerca del 80 por ciento de las finanzas públicas de la República Democrática del Congo proviene de sus exportaciones de minerales como el cobre, el cobalto y el coltán. Gran parte de estos minerales son saqueados del país, lo que lleva a una pérdida de ingresos para el gobierno en Kinshasa. Es por esto que las finanzas públicas del país se encuentran en un estado caótico.

Inestabilidad

El Banco Mundial, el cual elaboró ​​la ley minera de post-conflicto del Congo, se lía en este dilema: país rico en recursos pero empobrecido, y sugiere que el problema es la “inestabilidad política”. El banco, como otros actores externos, centra su atención en las guerras que han devastado la República Democrática del Congo y a toda la región de los Grandes Lagos de África desde la década de 1990. Sin embargo, la cuestión aquí es que la RDC, como gran parte del continente africano, tiene problemas mucho más antiguos.

Estos problemas tienen su origen en el período colonial, cuando el continente fue tratado simplemente como una fuente para la extracción de materias primas. El despiadado colonialismo belga mató a millones de personas del Congo, robando sus reservas de caucho sin dejar nada para sus habitantes. Cuando los belgas tuvieron que renunciar a su dominio sobre el Congo, no había ni un solo médico, economista o ingeniero congoleño dado que la educación de alto nivel les fue robada a generaciones de ellos. Este supone el comienzo del problema.

Cuando el pueblo congoleño trató de impulsar su propia agenda política, liderados por el primer ministro democráticamente elegido del Congo, Patrice Lumumba, este fue detenido abruptamente, principalmente por los Estados Unidos. La CIA derrocó a Lumumba, quien fue posteriormente asesinado. Los del occidente luego instalaron y mantuvieron a Mobutu Sese Seko en el poder durante más de tres décadas. Mobutu trabajó en conjunto con firmas de monopolios occidentales para robar materias primas, siempre y cuando le dieran su parte correspondiente en los bancos suizos.

El saqueo definió la historia colonial del Congo, y define también su presente post-colonial. La estructura de poder fue establecida por los belgas y de la misma manera, desarrollada por Mobutu y sus patrocinadores occidentales, siendo fuerte hasta el día de hoy. El Panel de Progreso de África, presidido por el difunto Kofi Annan, informó que entre el 2010 y 2012, la empresa minera estatal del Congo (Gecamines) vendió concesiones mineras por aproximadamente $1.4 mil millones menos que su valor comercial siendo el presupuesto anual de la RDC de alrededor de $6 mil millones. La pérdida de los ingresos de estas concesiones supone, por lo tanto, una sanción grave. Es esta actitud de “todos contra todos” hacia la obtención los recursos del Congo lo que define sus problemas. Es esta cultura de saqueo la que les hace posible a las empresas monopolistas, muchas de ellas canadienses, extraer materias primas a precios bajísimos.

Guerras

La región alrededor del Congo ha estado en guerra durante al menos dos generaciones. En la década de 1990, los estados vecinos de la República Democrática del Congo, respaldados por los EE. UU. Y el Reino Unido, provocaron el conflicto más letal del mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Las guerras de agresión que se dieron entre 1996 y 1998 mataron a aproximadamente 6 millones de congoleños. Mobutu cayó del poder. Laurent-Désiré Kabila, un compañero de Lumumba, y sus fuerzas tomaron Kinshasa y gobernaron por un breve período. Kabila fue asesinado en 2001.

El hijo de Kabila, Joseph, tomó las riendas del poder y ha gobernado la RDC hasta este año. Bajo el mando de Joseph Kabila, se estableció una estructura de inestabilidad permanente. Esta estructura tenía cuatro elementos:

  1. Occidente: principalmente, las empresas monopolistas canadienses que consiguieron acceder a las materias primas.
  2. Los funcionarios gubernamentales que ganaron sobornos de estas empresas y sus intermediarios.
  3. Los países vecinos logrando extraer los minerales del Congo a voluntad, con la ayuda de milicias rebeldes.
  1. La población de la RDC en estado de desolación.

Esto se había convertido en la situación normal desde finales de los años noventa.

Presidente Tshisekedi

En los últimos dos años, los jóvenes congoleños inspirados en las enseñanzas de Lumumba tomaron las calles. Ellos, junto con la clase trabajadora y las personas pobres de las zonas urbanas, obligaron a Joseph Kabila a no postularse para un tercer mandato. Su mandato constitucional terminó en 2016 pero Kabila se negó a abandonar el cargo y se negó a llevar a cabo nuevas elecciones. La lucha de las masas obligó al estado a convocar elecciones en diciembre de 2018. Kabila pensó que podía mantenerse en el poder a través de la presidencia de su ministro del interior, Emmanuel Ramazani Shadary. De manera que muchos sintieron que Shadary automáticamente ganaría la elección.

Pero la oposición se movilizó a favor de Martin Fayulu, un ex ejecutivo de ExxonMobil. Fayulu lideró la lista de candidatos de Lamuka, lo cual atrajo un amplio apoyo. Dos partidarios clave de Fayulu se unieron con Lamuka para formar la Coalición para el Cambio, con Felix Tshisekedi como candidato presidencial y Vital Kamerhe como su partidario. Esta fragmentación dañó la unidad de oposición. A pesar de las denuncias de fraude electoral, la comisión electoral del Congo y el Tribunal Constitucional declararon a Tshisekedi ganador de las elecciones del 30 de diciembre, siendo juramentado como presidente el 24 de enero.

El régimen de Kabila estuvo bajo una enorme presión durante las elecciones. Se cree que Kabila llegó a un acuerdo con Tshisekedi como su mejor opción para no deshacer la estructura establecida en las últimas dos décadas. A Fayulu, quien según muchos ganó las elecciones, le resultaba difícil de aceptar a Kabila. No hay duda de que Tshisekedi no atacará la cultura de saqueo que define la economía de la República Democrática del Congo. La coalición de Kabila probablemente controlará las fuerzas de seguridad, el Ministerio de Minas y la oficina del primer ministro. La coalición de Kabila, el Frente Común para el Congo (FCC), tiene control sobre 22 de las 26 asambleas provinciales, lo que significa que controlará el Senado e intentará encerrar a Tshisekedi.

El futuro de la RDC

La RDC tiene las mayores reservas mundiales de cobalto. Este mineral es esencial para la creciente industria de los automóviles eléctricos y de la industria aeroespacial. Nadie en el mundo de los negocios cree que las elecciones propicien cambios en sus relaciones económicas con la RDC. Estos no quieren el cambio, lo que buscan es el statu quo puesto que la cultura del saqueo funciona bien para el capitalismo monopolista.

La gente del Congo hace todo lo posible por buscar una alternativa. Viven en una pobreza abyecta, la cual es insoportable. Sus esperanzas son capturadas en la gran música rap interpretada por Baloji, Le Jour d’Après/Siku Ya Baadaye, “Mi país es un continente emergente”. La desesperación es insostenible para los jóvenes inspirados en Lumumba, a estos les resulta intolerable que el país más rico sea también el más pobre. La contradicción es demasiado dura y sus protestas apuntan a superar esta cuestión, a destruir la cultura del saqueo. Ellos liberarán a África, esa es su audaz promesa al continente.


Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es un compañero de redacción y corresponsal jefe de Globetrotter, un proyecto del Independent Media Institute. Es el editor jefe de LeftWord Books y el director de Tricontinental: Instituto de Investigación Social. Ha escrito más de veinte libros, entre ellos The Darker Nations: A People’s History of the Third World  “Las naciones oscuras: Una historia del Tercer Mundo” (The New Press, 2007), The Poorer Nations: A Possible History of the Global South  “Las naciones pobres: una posible historia global del sur”  (Verso, 2013), The Death of the Nation and the Future of the Arab Revolution  “La muerte de la Nación y el futuro de la Revolución Árabe” (University of California Press, 2016) y Red Star Over the Third World  “Estrella roja sobre el tercer mundo” (LeftWord, 2017). Escribe regularmente para Frontline, The Hindu, Newsclick, AlterNet y BirGün.


Kambale Musavuli, nativo de la República Democrática del Congo, es un emprendedor social y un defensor internacional de los derechos humanos. Se desempeña como el portavoz nacional de “Friends of the Congo” (los Amigos del Congo), un grupo que busca reforzar la conciencia mundial sobre la situación en el Congo y brinda apoyo a las instituciones locales en dicho país.


Traducido del inglés por Rosalía Briones / pressenza.com Italia