El servicio era una fuente de conversación, noticias y comunidad para mucha gente. Tras un año en manos de Musk, los usuarios dicen que eso ha cambiado, para bien y para mal.
Después de que Nicholas Campiz salió de Kiev, la capital de Ucrania, en febrero de 2022, siguió pegado a Twitter. Mientras se libraban batallas por todo el país, Campiz las siguió por la aplicación: se quedaba despierto muchas noches en una habitación de hotel en Tiflis, Georgia, para leer las actualizaciones a medida que llegaban, un tuit a la vez.
“A medida que más ucranianos usaban Twitter para contar su historia, surgieron muchas cuentas buenas”, dijo Campiz.
Cuando estalló la guerra en Israel y la Franja de Gaza, Campiz, un cartógrafo de 40 años que ahora vive en Florida, volvió a usar Twitter. Pero esta vez, su cronología en la aplicación, que pasó a llamarse X, estaba llena de publicaciones de cuentas que no reconocía y de contenido que había sido desmentido, dijo.
Con la guerra en Ucrania, “Twitter fue invaluable porque podías conectarte con cuentas que proporcionaban buena información”, dijo. “Ahora me siento realmente impotente con este asunto entre Israel y Gaza porque, en Twitter, la capacidad de hacer eso simplemente ha desaparecido”.
Ha pasado un año desde que Elon Musk compró Twitter. Desde entonces, el significado del servicio de redes sociales ha cambiado —en ocasiones drásticamente— para muchas de las personas que lo utilizan.
La experiencia de los usuarios
En entrevistas, usuarios de Twitter, creadores de contenido y expertos en redes sociales dijeron que lo que antes había sido una fuente de noticias confiables para ellos, ahora exigía una mirada más escéptica. Algunos afirmaron que una deliciosa fuente de espontaneidad, comunidad y humor se había vuelto mucho más combativa. Otros dijeron que creían que Musk había liberado un entorno fuertemente censurado.
“De verdad disfrutaba la interacción entre ciertas personas”, afirmó Lauren Brody, una gerente de recursos humanos de 54 años en el área de la bahía de San Francisco y usuaria de Twitter desde hace mucho tiempo. “Algunas cosas parecían muy espontáneas y encantadoras, a veces un poco aterradoras, pero te permitía ver diferentes puntos de vista”.
Ahora “he visto una diferencia”, añadió. “He visto imágenes que no son aceptables y un poco aterradoras. Intento evitar contenido que podría volverse desagradable”.
Lo que Twitter significa para la gente cambió después de que Musk, quien también dirige Tesla y SpaceX, reestructuró el servicio. Gastó 44.000 millones de dólares en la plataforma con el objetivo de permitir más libertad de expresión y convertirla en una “aplicación para todo”: conversaciones, pagos, entregas y más. Le cambió el nombre a X, flexibilizó sus reglas de moderación de contenido, eliminó los puestos de trabajo de alrededor del 80 por ciento de sus 7500 empleados y cambió sus prácticas de autenticación.
La gente ahora visita el sitio con menos frecuencia, según datos recopilados por la empresa de inteligencia digital Similarweb. El tráfico al sitio web de X cayó un 14 por ciento durante el último año, incluso cuando la plataforma todavía figura junto a Facebook, Instagram y Snapchat como los sitios y aplicaciones que más visitan los estadounidenses.
El cambio de twitter a @X
X no respondió a una solicitud de comentarios. En una reciente reunión de la compañía para celebrar el aniversario del acuerdo, Musk dijo: “Estamos transformando rápidamente la empresa de lo que era, una especie de Twitter 1.0, a la aplicación para todo”. Añadió que X tenía alrededor de 500 millones de usuarios mensuales, según un audio escuchado por The New York Times.
El cambio lo han sentido especialmente los usuarios que encontraron comunidades en Twitter. La plataforma era conocida por sus subculturas, las cuales basaban sus apodos en sus intereses unificadores: “Black Twitter” para la cultura pop, la comedia y el activismo; “Weird Twitter” para publicaciones de bromas sin filtro; “K-pop Twitter” para los devotos de ese género musical.
Hoy en día, algunas comunidades se han marchitado. Bryan William Jones, de 53 años, profesor de Neurociencia visual en la Universidad de Utah, solía charlar con otros académicos y dedicarse a su pasatiempo, la fotografía, en Twitter. Encontró interesantes investigaciones científicas compartidas con la etiqueta #ICanHazPDF y utilizó el sitio para organizar reuniones con otros fotógrafos.
“Es un mundo pequeño y Twitter lo hizo mucho más pequeño, de la mejor manera posible”, dijo.
Pero muchas de las personas en las comunidades de Twitter de Jones se han ido en el último año, tras quejarse de la desinformación y el contenido no deseado, dijo. Él también ha reducido su uso de X, dijo, tras sentirse agobiado por los anuncios de artículos como gomitas de marihuana y descubrir que las conversaciones que solía disfrutar se han silenciado en gran medida.
Algunos usuarios han tratado de preservar historias sobre sus experiencias en A People’s History of Twitter, un proyecto liderado por exempleados y usuarios de Twitter para conmemorar el tiempo que pasaron allí. En un evento celebrado en marzo para el proyecto, se incluyeron temas como “por qué necesitamos una historia de ‘la gente’” y “¿ha desaparecido el Twitter del que dependíamos?”.
Para otros, Musk ha cambiado X para mejor. Según ellos, los antiguos líderes de Twitter eran demasiado censuradores y Musk ha sido transparente al revelar comunicaciones internas de los administradores anteriores de la compañía y permitir que las cuentas suspendidas regresen.
“No puedo decir que esté de acuerdo con las personas que fueron censuradas antes, pero estoy increíblemente ofendido de que se haya permitido que sucediera”, dijo Peter Wayner, un escritor de tecnología en Baltimore. “Puedo pensar por mí mismo. No necesito un Consejo de Confianza y Seguridad que lo haga por mí”.
El mayor cambio, dijeron algunos usuarios, ha sido la pérdida de momentos fortuitos —incluidas conexiones románticas y descubrimientos estimulantes— que Twitter llegó a generar.
Asawin Suebsaeng, periodista político de Rolling Stone de 35 años, conoció a su esposa en Twitter hace casi una década. “En realidad te daba una idea avanzada del tipo de persona con la que estabas tratando: cuáles eran sus intereses, su sentido del humor, sus prioridades, y qué la hacía enojar”, dijo.
Ted Han, desarrollador de software de la bahía de San Francisco, se detuvo a tomar un café a primera hora de la mañana en Grand Junction, Colorado, durante un viaje a campo traviesa con su mujer en 2015. Publicó una foto en Twitter de una escultura que vio en la ciudad, y un usuario que no conocía le respondió diciendo que reconocía el lugar.
Han, que ahora tiene 41 años, dijo que había intercambiado mensajes con el desconocido, que le sugirió que tomara una salida concreta de la autopista al llegar a Moab, Utah. Han y su esposa acabaron tomando esa ruta y quedaron asombrados por las vistas del río Colorado que se abría paso entre las paredes anaranjadas del cañón.
“Ese fue uno de esos momentos en los que pensé: ‘Oh, esto es exactamente para lo que sirve Twitter’”, recuerda Han.
Dice que ahora no se atreve a publicar información sobre su paradero en X debido a lo acaloradas que se han vuelto las conversaciones en la plataforma. “Me siento menos cómodo con lo que comparto en Twitter y me lo pienso dos veces”, dijo.
KATE CONGER / NyTimes
Kate Conger es reportera de tecnología en San Francisco, donde cubre a X, el servicio antes conocido como Twitter. Más de Kate Conger
Ryan Mac colaboró con reportería.
Compartir esto::
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)