Hace casi una semana, el Ministerio de Cultura del Perú, a través de la Dirección del Libro y la Lectura, me invitó a ser parte de una mesa de diálogo para compartir puntos de vista junto a Carlos Vela Santos y Daniel Alfaro, sobre las primeras aproximaciones a los resultados de la histórica Encuesta Nacional de Lectura que se ha llevado adelante en alianza con el INEI- Instituto Nacional de Estadística e Informática. Digo histórica porque se trata de un primer estudio de esta envergadura sobre el tema en el país. Considerando que se realizó todavía bajo ciertas condiciones de emergencia sanitaria (lo cual marcó algunas limitaciones), es perfectible pero también es, sin duda, un hito para el estudio objetivo del comportamiento lector en el país. Y, por supuesto, su análisis debiera tener una incidencia en las políticas públicas del sector y de otros sectores.
Nuestra mesa tuvo el foco en el acceso y, evidentemente, mi participación puso énfasis en la necesidad de la implementación de bibliotecas escolares, como espacio privilegiado para el acceso y democratización del libro, así como el escenario perfecto para propiciar prácticas letradas, de escritura y oralidad en la población, desde la influencia y campo de acción de la escuela.
Los resultados de la Encuesta revelan un porcentaje casi invisible de asistencia a bibliotecas y esto, sumado a las brechas de condiciones de vida que tenemos pendientes como país (las de acceso a servicios básicos, de pobreza, de género, etc.), nos debería movilizar a exigir la implementación de estos servicios a nuestras autoridades y a sumar acciones desde nuestros diversos espacios profesionales. Visibilizar esta necesidad todo el tiempo, conversarlo con amigos como con colegas y especialistas es nuestro deber. Porque mientras no se reduzcan significativamente estas y otras tantas brechas, es posible que la ciudadanía no encuentre en el libro y la lectura una prioridad para invertir tiempo y recursos; y, además, si no encuentran bibliotecas a su alcance, ¿cómo podrían? Ni siquiera existe esa oportunidad.
Los invito a revisar el documento que el INEI ha preparado sobre el estudio: «Perú: Características del comportamiento lector de las personas de 0 a 64 años«, adjunto PDF ».
Y la otra invitación es para la academia, estudiantes e investigadores: usen la data de la Encuesta Nacional de Lectura, crúcenla con los resultados de otros indicadores de condiciones de vida, por ejemplo. Sería hermoso tener un análisis sobre cómo influyen diversas condiciones de vida en el comportamiento lector, por región, por ejemplo. Tendríamos un poderoso recurso para incidir en diversos flancos de la política pública, según la caracterización de estos perfiles regionales.
Elisa Cano Marín
Editora y consultora especializada en Literatura Infantil y Juvenil
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