En una sociedad donde el marketing nos dicta cuándo y cómo expresar afecto, es fácil olvidar lo esencial: que el amor verdadero no cabe en una fecha del calendario. Así como muchos padres han estado ausentes en la vida de sus hijos, muchas madres han tenido que convertirse en madres y padres a la vez. Este artículo es una invitación a mirar con otros ojos el “Día del Padre” y repensar el verdadero significado del rol paterno… especialmente cuando ha sido asumido, con amor y sacrificio, por una madre.
El espejismo del marketing: una celebración que esconde realidades
Las campañas publicitarias nos venden la idea de que un obsequio puede compensar años de abandono emocional o de distancia afectiva. Durante junio, los anuncios se llenan de mensajes que glorifican la figura paterna, sin distinguir entre los padres presentes y los ausentes. Pero la realidad de muchas familias es distinta: hay madres que han sido pilares únicos, que han sostenido hogares con fortaleza emocional, autoridad y ternura.
Reducir esa entrega a una celebración anual es injusto y superficial. No se trata de desmerecer a los padres que sí estuvieron, sino de visibilizar a las madres que ocuparon ese lugar cuando fue necesario. Ellas merecen algo más profundo que una fecha en el calendario: merecen presencia, reconocimiento y gratitud constante.
Madres con doble rol: arquitectas del hogar y del futuro
Cuando un padre no está —ya sea por abandono, por muerte, o simplemente por indiferencia emocional—, la madre asume el reto de formar a sus hijos desde una entrega total. Se convierte en gestora del afecto y de la disciplina. Trabaja dentro y fuera de casa. Educa, cuida, corrige, protege y guía.
Estas madres no han tenido días libres ni reconocimiento público. Han vivido una forma silenciosa de heroísmo, forjando valores en sus hijos, construyendo futuro con cada gesto cotidiano. Han sido, sin buscarlo, líderes emocionales. Ejemplos de resiliencia.
Padres ausentes, hijos que se alejan: nuevas formas de distancia
Muchos hogares han crecido sin una figura paterna cercana. Y en ese vacío, el tiempo hizo su trabajo: la madre lo cubrió todo. Pero el dolor de la ausencia, aunque disimulado, no desaparece. Lo más lamentable es cuando los hijos, ya adultos, repiten ese patrón, distanciándose emocionalmente de quien les dio todo.
En la era de la hiperconectividad, la ausencia ya no es solo física. Un mensaje no respondido, una videollamada aplazada, una visita olvidada… son nuevas formas de abandono. La madre que lo dio todo, a menudo, se convierte en una notificación ignorada.
No es una víctima, es una heroína silenciosa
Más que “víctimas” del sistema o del marketing, estas madres son heroínas. Pero no de las que buscan medallas, sino de las que siembran silenciosamente. Las que plantaron valores, cuidaron con sacrificio y dieron estructura emocional a sus hijos. No se quejan, pero sienten. No piden, pero esperan.
Y mientras las campañas publicitarias se concentran en regalar un cartera o un chompa, ellas merecen algo más profundo: un abrazo sincero, una palabra de agradecimiento, una mirada que reconozca todo lo que hicieron sin ser nombradas.
La paradoja tecnológica: vivimos conectados, pero lejos de mamá
Vivimos rodeados de tecnología. Android, iPhone, 5G, redes sociales, apps para todo. Sin embargo, no existe una “Internet de las Madres”. No hay un algoritmo que garantice una conexión emocional real con ellas. Las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) nos acercan a lo lejano, pero muchas veces nos alejan de lo cercano.
Hemos creado hogares inteligentes, pero corazones desconectados. Hay cámaras de seguridad, pero no hay ojos que vean el dolor de una madre sola. Hay relojes inteligentes, pero no tiempo para escucharla. No se trata de inventar un nuevo dispositivo, sino de recuperar algo que no debería haberse perdido: el contacto humano.
El “Core Materno”: un núcleo que no debe quedar aislado
En términos digitales, el core es el núcleo, el centro que lo articula todo. En la familia, ese core ha sido, por generaciones, la madre. Pero si la tecnología puede organizar datos, automatizar procesos y predecir comportamientos… ¿por qué no puede ayudarnos a reconectar emocionalmente?
Quizás no hace falta esperar nuevas innovaciones. Basta usar lo que ya tenemos. Una llamada por WhatsApp, un video grabado en casa, una nota de voz espontánea. Un delivery sorpresa, una reunión sin motivo, una palabra que venga del corazón. No dejemos que el “core materno” se enfríe por nuestra apatía digital.
No esperes al marketing: hazlo hoy
No necesitas un recordatorio comercial para actuar. No esperes que el calendario te diga cuándo llamar, escribir o abrazar. No dejes que una figura ausente reciba más homenajes que quien estuvo todos los días contigo.
Haz que el verdadero homenaje a tu madre sea diario. No con regalos, sino con tiempo. No con mensajes programados, sino con conexión real. Porque el amor que te dio no vino en cuotas anuales: fue constante, diario, vital.
¿Y tú? ¿Ya le dijiste hoy a tu mamá cuánto la valoras?
Hazlo. No mañana, no en el “Día de la Madre”. Hazlo hoy. Porque aún estamos a tiempo de cambiar los algoritmos del afecto.
Era un buen tipo mi viejo
Don Leonidas Fuertes Mateo
Pd. José Fuertes
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