Pequeños negocios, grandes cambios
En las zonas rurales de Ayacucho, cientos de familias han encontrado en el emprendimiento una oportunidad para mejorar su calidad de vida. A través del programa Haku Wiñay, 200 iniciativas han tomado forma, permitiendo que 579 hogares de la agricultura familiar generen ingresos y enfrenten la pobreza con dignidad. Estos negocios no solo ofrecen productos de calidad, sino que también fortalecen la identidad y el desarrollo de sus comunidades.
Crecimiento con apoyo y conocimiento
Para que estos emprendimientos prosperen, los participantes reciben capacitación y asistencia técnica especializada. Durante tres años, las familias aprenden a gestionar sus negocios y mejorar sus técnicas de producción. Además, acceden a concursos de perfiles de negocio, en los que pueden obtener financiamiento para equipos e insumos esenciales. Más allá del apoyo económico, se fomenta la autonomía y el empoderamiento de los emprendedores.
Diversidad de productos con identidad local
Cada negocio refleja la riqueza de la región y la creatividad de sus gestores. Desde la producción de quesos y yogures hasta harinas de cereales andinos, los emprendedores han encontrado nichos de mercado para sus productos. También destacan la venta de frutas y sus derivados, miel de abeja, prendas de fibra de alpaca, crianza de cuyes y truchas, cultivo de hortalizas orgánicas y la elaboración de helados artesanales. Servicios de comida típica y ferias comunitarias completan esta oferta, conectando directamente a productores y consumidores.
Impacto en los distritos rurales
Este esfuerzo se extiende a 18 distritos de Ayacucho, entre ellos María Parado de Bellido, Paras, Los Morochucos, Accomarca y Santiago de Pischa, donde el desarrollo económico se siente en cada hogar. Con una inversión de 44 millones 400 mil soles, 7,400 familias están transformando su realidad, impulsadas por el trabajo y la organización comunitaria.
Más allá de los negocios: una comunidad fortalecida
El verdadero impacto de estos emprendimientos va más allá de los ingresos generados. Se trata de comunidades que recuperan su autonomía, familias que pueden mirar el futuro con optimismo y un tejido social que se fortalece a través del trabajo en conjunto. Con estas iniciativas, los emprendedores de Ayacucho no solo construyen sus propios negocios, sino que también contribuyen al bienestar colectivo y a un desarrollo más equitativo para todos.
Abraham Sugimoto